La mayoría de nosotros hemos buscado consuelo en las melodías melancólicas de artistas como Lana Del Rey, Mitski y Billie Eilish. Su música suele resonar profundamente con nuestras propias experiencias, o simplemente son melodías pegadizas. Por supuesto, la indulgencia con la música triste es muy purificadora, pero escucharla en exceso puede tener efectos intrincados en nuestro bienestar mental. Este artículo explorará el posible impacto psicológico de escuchar música triste de manera constante y ofrecerá ideas para encontrar un equilibrio saludable.
La psicología detrás de la música triste
El atractivo de la música depresiva reside en su capacidad para confirmar y articular nuestros sentimientos de sufrimiento. Una canción que capte con precisión nuestros sentimientos puede tranquilizarnos y hacernos saber que no estamos solos en nuestros problemas y ofrecer una sensación de consuelo y comprensión. La música triste también proporciona un entorno seguro para profundizar y procesar emociones difíciles, facilitando la liberación catártica de las emociones reprimidas.
Aunque la tristeza es dolorosa, los seres humanos siempre han producido y disfrutado del arte trágico. Las obras más famosas de Shakespeare son todas tragedias. Se han planteado muchas hipótesis sobre por qué, aunque los seres humanos hacen tantos esfuerzos por evitar el dolor y la tristeza en sus vidas, les gusta el teatro. Aristóteles sostenía que el drama trágico permite a su público experimentar y luego deshacerse rápidamente de esos sentimientos no deseados enterrados en su interior (Schaper, 1968). Esto se conoció como catarsis. El término catarsis significa una experiencia de liberación emocional.
La respuesta de las personas deprimidas a la música triste
Los pacientes con trastorno depresivo mayor suelen tener una respuesta emocional más intensa a la música triste en comparación con aquellos que no sufren depresión. Los pacientes deprimidos tienden a calificar la música triste como aún más triste y enojada que los controles sanos (Siegle et al., 2002). También muestran una mayor respuesta a la música que suena triste, lo que podría estar relacionado con su mayor sensibilidad a las emociones y problemas con la regulación emocional.
Influencia en la rumia y el bienestar mental
La música triste puede influir en la rumia, una característica común de la depresión, que se caracteriza por la permanencia constante de pensamientos y sentimientos negativos. Escuchar música triste puede confirmar patrones de pensamiento negativos al prolongar los sentimientos de tristeza o angustia y, a su vez, aumentar la depresión. Por lo tanto, una participación musical equilibrada es constructiva para promover el bienestar emocional.
Consejos para lograr el equilibrio
- Autoconciencia:Reflexiona sobre cómo la música triste afecta tu estado de ánimo y tus emociones.
- Variedad en la elección de música:Diversifica tu lista de reproducción con diferentes géneros y estados de ánimo.
- Escucha atenta:Presta atención a las letras, las melodías y las emociones que transmite la música.
- Establecer límites:Establecer límites para evitar el exceso de música triste.
- Controle su estado de ánimo:Observa cómo fluctúa tu estado de ánimo en respuesta a diferentes tipos de música.
- Busque ayuda profesional:Si la música triste afecta negativamente su salud mental, considere buscar el apoyo de un terapeuta o consejero.
Conclusión
La música triste puede ser una fuente de consuelo y catarsis, pero escucharla demasiado puede afectar el bienestar mental. El compromiso psicológico con la música triste, combinado con estrategias para lograr un equilibrio en la escucha, permite escuchar y prestar atención a la salud emocional. Si somos conscientes de cómo puede influir en nuestras emociones y aplicamos estrategias para una escucha mixta, podemos seguir priorizando la salud emocional mientras disfrutamos de los placeres multifacéticos que puede aportar la música triste.
Autor::Amari Bell, redactora de recursos para jóvenes de Mental H2O
Referencias
Sachs, ME, Damasio, A., & Habibi, A. (2015). Los placeres de la música triste: una revisión sistemática. Fronteras en la neurociencia humana, 9. https://doi.org/10.3389/fnhum.2015.00404
Schaper, E. (1968). La catarsis de Aristóteles y el placer estético. Revista Filosófica Trimestral, 18(71), 131. https://doi.org/10.2307/2217511
Siegle, GJ, Steinhauer, SR, Thase, ME, Stenger, V., y Carter, CS (2002). No puedo quitarme esa sensación: evaluación fMRI relacionada con eventos de la actividad sostenida de la amígdala en respuesta a información emocional en individuos deprimidos. Biological Psychiatry, 51(9), 693–707. https://doi.org/10.1016/s0006-3223(02)01314-8